Partiendo del marco teórico de la Formación Afectiva, voy a hacer un ejercicio de prospección política sobre las elecciones presidenciales en Venezuela.
No lo hago por capricho. Esta mañana mientras me deleitaba contemplando el amanecer en las montañas de Soacha evoqué un pensamiento de Confucio: “Quien no se preocupa de lo que tiene lejos, no tardará en encontrar cerca algo peor que preocupaciones”.
Todos los venezolanos son nuestros hermanos, lo que ocurra en Venezuela inevitablemente tendrá repercusiones en Colombia, por lo tanto, los colombianos moderados debemos aportar desde nuestros respectivos campos para que la situación en Venezuela no sea empeorada por los venenos extremistas.
Así las cosas, empezaré por recordar que la prospección es la “exploración de posibilidades futuras basadas en indicios presentes.”
Desde el punto de vista de la Formación Afectiva, los indicios presentes, para el caso de la política, son las creencias, afectos y practicas de los actores políticos.
Por esos vaivenes propios de la política (y de la vida misma) el poder se le apareció a un hombre que a todas luces y a juzgar por sus cándidas declaraciones de campaña, no está preparado para timonear el desorientado barco de la nación venezolana.
La paradoja está muy presente en la cultura confuciana, y lo que está ocurriendo en Venezuela es una verdadera paradoja porque lo mejor que en estos momentos políticos le puede pasar a nuestro país vecino es precisamente que Nicolás Maduro gane las elecciones. No porque esto represente una posibilidad de que Venezuela corrija su rumbo y se logre liberar del hechizo en el que está sometida, sino porque, con un timonel tan falto de criterio, servil e infantil (porque de maduro solo tiene el apellido) no se requiere ser un brujo para predecir que el barco venezolano corre un gravísimo riesgo de estrellarse contra un iceberg social.
¿Esto qué significa?
Que un país gobernado por una mente que afirma creer en “reencarnaciones humanas en cuerpos de pajaritos”, que siembra el odio entre las clases sociales con un trasnochado discurso marxista “anti burgués”, que menosprecia a su contendor político tildándolo de homosexual, y que hace populistas promesas de campaña como el aumento de salarios, no puede tener otro destino que el caos social.
Mas que un legado político digno de continuar, Maduro heredó fue una bomba de tiempo. De buenas estuvo el finado Chávez que no le explotó esa bomba en sus manos, y por el contrario, se murió a tiempo para ganarse un lugar en el panteón de los ingenuos mitos latinoamericanos.
Por esto las “visiones” de Maduro no son propios de una madura mente de estadista, sino de un asustado niño que quizás presiente que su herencia chavista no será para su vida una bendición sino su perdición, porque su comandante lo único que le dejó fue deudas, y sobre todo, impagables deudas sociales.
Cuando estas deudas sociales se hagan insostenibles y cuando la chequera de PDVSA ya no de abasto; entonces la escasez alimentaria, el incremento de la delincuencia común, el crimen organizado, la inflación, y un sinnúmero de virus sociales le pasaran la cuenta de cobro a lo que queda del chavismo. Sin mencionar la feroz lucha por el poder que se desatará entre los herederos del comandante, entre cuyos seguidores se encuentran mansas ovejas, pero también feroces lobos esperando el momento oportuno para lanzarse al ataque y hacerse con los restos de la soñada «revolución».
Cuando esto ocurra, y las ovejas chavistas vean como sus pastores se pelean por el poder, ahí es cuando los moderados de Venezuela podrán capitalizar esa desilusión generalizada. Pero ojalá no se vayan de un extremo a otro. Ojalá le tiendan la mano a sus decepcionados compatriotas, ojalá logren madurar y no centren sus esperanzas de desarrollo como sociedad en un nuevo caudillo que se crea la solución a todos los males del país, como supravaloradamente cree el actor político encarnado por el joven Enrique Capriles.
La lección que debe quedar es que los mesías son figuras mitológicas que fueron útiles y necesarias en épocas en las que la conciencia humana aun no había sido cultivada por semillas -que al decir de Jeremy Rifkin en su libro sobre la “Civilizacion Empatica”– hicieran florecer en los seres humanos sentimientos de hermandad, al margen de sus creencias religiosas, políticas y situación socioeconómica.
Venezuela al igual que Colombia son dos hermanas que no necesitan de un padre salvador. No obstante sus pataletas, el candidato a mesías de estas tierras ya no tendrá la posibilidad de entronarse como “salvador”. Por fortuna se le atravezo en su camino un hábil político que a buena hora supo camuflarse entre la jauría para ponerse a la derecha del macho alfa y ahora, convertido en el líder de la manada está dirigiendo el barco colombiano hacia puertos mas pacíficos, lo cual es una gran apuesta para el país y un gran logro para los moderados, que siempre serán los que construyamos la paz entre los extremistas, no obstante los ladridos de los señores de la guerra.
La política esta caliente en Venezuela, y aunque Maduro ganara, su mente biche “gobernará”. Ahí está la oportunidad de la oposición. Ojalá una oposición moderada y no extrema, porque todo extremo solo trae mas caos a la vida de las personas. Por lo tanto, y como diría nuestro Tutor Lou Morinoff: la moderación es el camino.
Nota final
Este es un ejemplo de la Formación Afectiva llevada al terreno de la política, en nuestras incursiones a las tierras de la Filosofía Practica aprehendimos de Lou Morinoff quien a su vez aprendió del legendario Leon Troski que “aunque tú no tengas interés en la política, la política si tiene interés en ti”.
Mientras redactaba estas líneas siempre tuve en mente a la Tribu Familiar de los Guerrero Montoya: Flor, Alberto, Mariana, Nathali, Viviana y Néstor. Una tribu que ha padecido los estragos del extremo chavista y que recordamos con aprecio porque nos compartieron su testimonio de lo que significó vivir y subsistir bajo un régimen de extrema izquierda.
Si te ha parecido coherente y pertinente esta reflexión, te agradezco tus comentarios y la multiplicación que hagas entre tus contactos. Estoy convencido que cuando se comparte se construye conocimiento.
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